viernes, 23 de enero de 2015

Harto

Estoy harto.

Estoy harto de ti que me lees. Estoy harto de ellos, que ni siquiera saben de lo que les hablo. Estoy hasta las pelotas de mí.

Miles, millones de personas babeando, restregando la dignidad por el puto suelo, por un puñado de euros manchados de la mierda que expulsan por el culo nuestros amos.

Estoy harto de ver como se mira hacia otro lado. Estoy hasta las jodidas pelotas de mirar yo mismo hacia otro lado. Esta macabra sociedad, en la que todos hemos dejado que nos conviertan, no puede más con tantas miserias.

Han logrado que no podamos enfermar, que no podamos decir lo que nos salga de los cojones, que no podamos manifestarnos libremente, protestar porque nos devuelvan un pellizco, unas sobras de lo que una vez creímos que era nuestro.

No podemos estudiar sin vender el alma. No nos dejan trabajar para ganar una miserable migaja de pan sucio y rancio. Nos dicen que hacer, nos dicen dónde coño ir. Joder, si hasta se atreven a decirnos con quién y dónde tenemos que follar. Y nosotros, sumisos y borregos, les damos las gracias y lamemos con gusto sus manos y sus botas, mientras nos perforan nuestra valentía y destrozan nuestro futuro.

Estoy harto de todo lo que merodea por fuera y por dentro de mis círculos más cercanos. Niños sin cena. Hombres y mujeres decentes despedidos injustamente en favor del bolsillo del cacique. Ancianos expulsados sin miramientos de sus hogares. Hijos pródigos por cojones renunciando a su libertad y mamando de sus padres de nuevo, cuarenta años después.